miércoles, 16 de septiembre de 2009

Cuba: Pasado y futuro

Riflexiones
“Toda verdad necesita ser conversada, humanizada, porque lo que no es conversado no está al nivel del hombre”. Lezama Lima
Para afrontar el futuro de la sociedad cubana quizás sea necesaria una revisión de nuestra historia, porque si partimos de verdades a medias para construir nuestro futuro, puede que regresemos de nuevo al pasado.
Siempre que iniciamos un análisis de los logros de la Revolución Cubana surge el exaltado que como bala de cañón esgrime como verdaderos conquistas la eliminación del analfabetismo y los altos logros en educación, en la salud pública y el deporte, pasando por alto que tales resultados estuvieron financiados fuertemente por la Unión Soviética y no por el excedente económico de la producción cubana.
Al desaparecer el campo socialista se hizo evidente cuanto dependían de ellos mantener esas victorias, afectándose en el funesto periodo especial todos esos frentes victoriosos cubanos. Aún más, recientemente se anunciaron más cortes del financiamiento en esas esferas.
Ahora, tras cinco décadas de lucha revolucionaria por la conquista del socialismo descubrimos una mañana de julio que los frijoles son un asunto de seguridad nacional y ello se convierte en la primera consigna política del Partido y el Estado. ¿Antes por qué no lo era?
Resulta ser que nuestro país importa el 80 por ciento de los alimentos que consume, mientras la mitad de las tierras en manos del estado estaban sin cultivar.
Esto se afirma sin cortapisas por la nueva dirigencia cubana, se refleja incluso en los medios de prensa, bastante ortodoxos desde siempre, pero por ninguna parte veo el análisis concienzudo del porqué sucedió tal anomalía, o de quién es la responsabilidad de tamaño fiasco.
Sin saberse quien o quienes son los responsables de esa aberración, el Estado y el Partido insisten una vez más en que el pueblo confié, pero ¿que confíe en quien, en qué?, ¿en los mismos dirigentes que nos han traído a este callejón sin salida?,¿en los mismos mecanismos de dirección que no permitieron nunca realizar una economía autosustentable? ¿Acaso por las venas de nuestra burocracia corre sangre azul, que no puede verterse no importan sus errores garrafales?
¿Quién y cómo me asegura que en alguna medida no se van a cometer otros errores similares en el futuro? ¿Quien garantiza que, y a pesar de ser expuesto por los trabajadores cuando se nos convocó a expresarnos, existirán mecanismos de control en manos del pueblo para poder exigirles cuentas a esos que se equivocan y no les pasa nada pues están por encima de la ley o son sustituidos y caen para “arriba”?
Yo no he perdido las esperanzas de construir el socialismo, pero por ese que socializa y no por el que estatiza los medios de producción; por el que socializa estaría dispuesto a sacrificarme una vez más por alcanzar los ideales que nos trazamos el Primero de Enero de 1959.
Nuestro pueblo conoce que el estado cubano desarrolló y logró en el pasado grandiosos proyectos sociales y económicos, con la ayuda soviética, para el disfrute de la población, pero no podemos olvidar que sin ese auxilio tales avances no hubieran podido hacerse realidad.
Ahora debemos lograrlo con nuestros propios esfuerzos y conquistar un socialismo en condiciones adversas para nuestra población, pues no contamos con esa ayuda solidaria de años atrás. Se impone como una necesidad vital esforzarnos para salir de esta precariedad económica que padecemos desde que se inauguró el periodo especial.
Pero las luces de bengala anuncian que lo que se propone nuestro Partido y Estado es reformar nuevamente lo que poseemos. Ya en la década del 80 se lanzó una campaña de rectificación de errores y tendencias negativas que no trajo ningún resultado positivo para nuestra economía. No acaban de comprender que el sistema estatista no funciona, ni aunque lo reformen diez veces más, ni aunque aceiten sus engranajes, incluso, ni aumentando la producción y la productividad por la sencilla razón de que los excedentes seguirían estando bajo control del estado y no de los trabajadores.
El sistema socialista estatizado conlleva el derroche, la desorganización, el no aprovechamiento de las capacidades intelectuales, técnicas y productivas. Ya eso quedó probado en el ex campo socialista. ¿Es que alguien cree que somos diferentes? ¿Es una formula para ganar o perder el tiempo? Como cuestionó un analista en estos medios: ¿es el viejo sistema bajo nuevos antifaces?
¿Es que lo que está sucediendo en nuestro país en estos momentos es solo un acomodamiento de una nueva elite burocrática que intenta con métodos populistas asentar una sociedad alternativa al socialismo, aunque diga conscientemente que no traicionara esa aspiración de la sociedad cubana?
¿Estaremos nosotros, como explican algunos analistas en el exterior, entregando el poder a un nuevo grupo tecnocrático que aspira a aterrizar suavemente en el capitalismo manteniendo sus controles políticos?
¿Quién me asegura que no es así?, ¿los mismos que han fracasado en lograr que la economía de nuestro país sea eficiente?
El Presidente cubano anunció nuevamente una ronda de consultas con la población, pero es que esta tiene que ser muy diferente a la anterior, que él mismo convocó hace dos años, y en las que el cubano opinó pero sin saber el criterio del que estaba al lado.
El estado no puede nuevamente asumir la facultad de analizar los planteamientos a espaldas del pueblo para proponer las medidas que entienda necesarias, principalmente basándonos en que mucha de la burocracia que hoy nos representa es la responsable de fracasos anteriores. Los que nos dirigen tiene que entender que el Estado tenemos que ser TODOS, pues es la única manera que tenemos de resistir y evitar que sucumba nuestra formación económico social.
Es la hora del recuento y de la marcha unida, dijo Martí una vez y lo repetimos hoy, pero para ello debemos acabar con el secretismo, hay que aplicar una democracia más amplia y real en el análisis de nuestros problemas. Se nos dice que la economía esta grave, pero nadie da detalles del malestar y de un estimado de 6, pasamos a un 1.7 por ciento de crecimiento este año y a lo peor ni llegamos ahí.
Hay que cambiar las concepciones sobre gobierno y economía, ir hacia el autogobierno de los trabajadores y el pueblo, abandonar los métodos de ordeno y mando verticalistas, para salir del estancamiento en que estamos.
En una ocasión Lezama Lima citó esa idea de Nietzsche relativa a que “el que vuelve a los orígenes encontrara orígenes nuevos”, y el escritor cubano puntualizaba que “ahí está verdaderamente lo germinativo, lo que es creador”.
Lezama Lima decía además que “toda verdad necesita ser conversada, humanizada, porque lo que no es conversado no está al nivel del hombre”. De manera que lo que no es compartido y consultado, no necesariamente es consensuado.
Volvamos a nuestros orígenes ideológicos y políticos, volvamos a Martí, a los ideales de la generación del centenario, conversemos unidos sobre el futuro y hallemos la vía para lograr ese socialismo que siempre estuvo ausente de nuestra realidad.
14 de Septiembre del 2009.
francotiradordelcauto@yahoo.es
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“”: el “especialista” de América Latina.

Riflexiones
El pasado jueves el columnista del Nuevo y el Miami Herald, Andrés Oppenheimer, ofreció en un hotel de Lima una conferencia sobre Perú y América Latina en los próximos cinco años.
La diatriba, por supuesto no obvió los gastos militares del continente, y como ya es normal en este “especialista” toda la culpa de la carrera armamentista en la región son deslices de los gobiernos de izquierda latinoamericanos.
Repasando las argumentaciones de este analista de derecha vino a mi mente aquel cuento de Álvarez Guedes, en el que a un negro lo entierran hasta el cuello en la arena del circo romano y le sueltan un león hambriento.
El león intenta atacar con sus garras y el negro le tira una dentellada. Es entonces que surge un clamor airado de las gargantas de los espectadores:
-¡Negro, juega limpio!
Así es como quiere las cosas nuestro buen Andresito, para quien el multimillonario presupuesto de defensa norteamericano, la radicación de la IV Flota en el Caribe para dar cobertura a América del Sur, América Central y el Caribe y el intento de poner siete bases militares en Colombia no justifican el fortalecimiento del poder militar de los países de la región que se sienten amenazado por tal derroche de poderío militar yanqui.
Cuando analiza Andresito, pasa por alto que Estados Unidos, ese coloso que vive en nuestro hemisferio tiene los mayores gastos de defensa de mundo, y que Colombia, su actual aliado en la región posee un presupuesto astronómico aplicado a su esfera militar.
Si alguien le susurró al oído que en América Latina “es mucho más fácil comprar armas que hacer un proyecto de integración ferroviaria que toma cinco años'', está obviando que Estados Unidos dedica a luchar contra gobiernos soberanos la plata suficiente como para hacer la integración ferroviaria de toda América Latina.
Desde que el mundo es mundo, aquellos pueblos que no se ocupan de su defensa son asimilados por los más poderosos.
Creo que sería más eficiente para la paz mundial que demos conferencias para lograr que el gasto militar de los países desarrollados se reduzca en un 30 por ciento y ese dinero sea dedicado al desarrollo y a la paz. Cuando eso suceda, los gobiernos progresistas podrán dedicar sus recursos a fines pacíficos y no a prepararse contra la ferocidad imperialista.
Decían los nazis que una mentira repetida ad infinitum logra convertirse en una verdad, por supuesto, en una verdad imperialista. Oppenheimer miente cuando afirma que “los países que más reducen la pobreza son los menos chavistas’’.
En toda la historia de Venezuela no ha habido gobierno que haya hecho más por su pueblo que Chávez y su Revolución Bolivariana, y lo único que tiene de faraónico la Revolución Bolivariana y sus lideres son los ideales de justicia que enarbolan. Echa usted de lado todo el programa social de Chávez y la Revolución Bolivariana para solo referirse a la necesidad que tiene ese pueblo de armarse para su defensa.
Es usted un espectador más de ese circo romano que vocifera a Venezuela que juegue limpio cuando Estados Unidos intenta enterrarla bajo la arena y cercarla con bases militares.
Andresito, estoy seguro que el pueblo de Venezuela te gritará que juegues limpio.
Luego, algo y propio de tu mente conservadora, afirmas con desparpajo que “los que más gritan y se ponen boina roja son los que menos avanzan”, y vuelves a equivocarte.
Si lees detenidamente la historia de nuestra humanidad en lo que fue el pasado siglo y en lo que va de este, son precisamente los pueblos que emprenden el camino de la independencia y la soberanía los que ponen a gritar a los yanquis, y no creo que sea una deshonra para los oprimidos la predilección del color rojo, que por primera vez enarbolaron los obreros rusos cuando hicieron su revolución en 1917.
Luego comienzas a calumniar a tu propio país cuando afirmas que “Argentina, situado en el puesto 82 de la lista con menor ingreso per cápita, se jodió con [Juan Domingo] Perón''.
Tienes como especialista una laguna inmensa en tu memoria histórica, olvidas apellidos como Jorge Videla, Emilio Masera, Domingo Cavallo, que fueron quienes realmente vendieron el país a las multinacionales norteamericanas aplicando las políticas neoliberales.
Mal especialista quien diserta obviando la realidad de su continente, de pueblos que sufrieron a partir del golpe de estado chileno en 1973 el embate de la política económica de la escuela de Chicago.
La carrera armamentista, distinguido especialista, está claro que no es un negocio para los pueblos que luchan por su soberanía e independencia, sino para países como Estados Unidos que vende el 87 por ciento del armamento mundial.
Y que casualidad, el análisis de Oppenheimer coincide con declaraciones del portavoz del Departamento de Estado, Ian Kelly, quien manifestó su preocupación por las intenciones venezolanas de incrementar su poderío militar
Para Ian Kelly tales intenciones suponen un serio desafío a la estabilidad de América Latina.
Y me pregunto entonces: ¿Qué tipo de desafíos imponen a nuestros pueblos el despliegue militar norteamericano en el Caribe, las futuras bases militares en Colombia, el bloqueo contra Cuba y los planes de desestabilización contra los pueblos progresistas del continente?
Puedes responder a eso Andresito.
16 septiembre del 2009
francotiradordelcauto@yahoo.es
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martes, 8 de septiembre de 2009

Haroldo Dilla y el síndrome de los barbudos en el poder.

Riflexiones

Después de leer el artículo de Dilla titulado “los socialistas cubanos y el síndrome de la mujer barbuda” me pregunto que objetivos persigue el articulista zumbando dentro de una batidora política tantos elementos disímiles, falsos, algunas verdades y un montón de medias verdades.
Y no porque esté de acuerdo con esas hipótesis del fatalismo geográfico de nuestra ponderada isla de Cuba, sino porque querámoslo o no, cualquier análisis sobre el espectro sociopolítico cubano tiene, de a porque sí, tener en cuenta toda la barbarie imperialista aplicada contra nuestra sociedad a partir del 1 de enero de 1959.
Es muy fácil venirse a parar ahora en una esquina del espectro político cubano y comenzar a denostar contra nuestros dirigentes, nuestro proceso, contra nuestras deficiencias, nuestras dificultades y nuestras equivocaciones.
Después de hacer eso, como en un matrimonio cualquiera, lo único que cabe es el divorcio, salvo que la condenada o criticada esposa ya no le quede nada de ética, ni de moral y acepte a un esposo tan enjundioso en la critica, quien no reconoce valores positivos de ningún tipo en el maridaje político entre la sociedad cubana y su revolución durante cinco décadas.
Cada ser humano tiene su actitud para enfrentar la vida, pero lo más humano en el caso de nuestra sociedad es aprender de los errores, no basarnos en ellos para desacreditar a nuestra dirigencia. Porque me pregunto, ¿hemos analizados los errores nuestros como personas? Partimos de lo individual para analizar lo general o queremos fusilar a las generalidades para salvaguardar y ocultar nuestros errores individuales.
Y afirmo tal cosa, porque tengo la firme creencia, respaldada en la experiencia de lo sucedido en el campo socialista, que sin fortalecer a nuestro partido comunista, y sin unir todas las conciencias socialistas y honestas dentro de ese partido, no habrá futuro luminoso para nuestra patria.
Y agrego un poquito más, hoy por hoy, atacar a la dirigencia histórica de nuestra Revolución es poner un pie en el campo del enemigo, porque a pesar de los errores, de los fracasos, de las malas políticas, es incuestionable que esa dirigencia histórica, con el pleno respaldo del pueblo cubano, ha logrado mantener la soberanía e independencia de nuestro país frente al imperio más poderoso que ha existido sobre la faz del planeta.
No se si por creer de tal manera pueda ser atacado de simplón o de perfecto idiota, aunque no me queda duda alguna que pecaríamos de tales si comenzamos ha desinstalar toda la unidad de acción lograda por nuestra sociedad en los últimos cincuenta años. Fue precisamente ese desmantelamiento de la unidad y su vanguardia lo que defenestro a la Unión Soviética y el resto del ex campo socialista.
Dilla anda preocupado porque cree qué “no ha madurado una izquierda intelectual crítica” en nuestro país, obviando que hoy por hoy, somos el único país cuyos comunistas tienen el poder e intentan lograr un socialismo real y están insertos en esa lucha con los instrumentos que les da la experiencia de cinco décadas. Si la izquierda intelectual crítica cubana no ha madurado, debe entonces haberse podrido en el exterior.
Y Dilla peca como intelectual por su lenguaje parnasiano en lo que concierne a aislarse de la realidad de su país.
Luego a boca de jarro enfatiza el escritor, porque así lo entiende, que el debate crítico sobre la isla y su futuro tienen lugar en la parcela liberal y, por razones obvias, “fuera de la isla”, se refiere además a la existencia de una oposición oculta”.
No cuestionamos que en la emigración cubana existan intelectuales cuyos análisis y valoraciones tienen sus aciertos y sus aristas positivas, y que se analicen muchas verdades que la intelectualidad cubana en el país no hace, por las mismas condiciones internas de plaza sitiada que aún prevalecen, pero de ahí a negar que en nuestra sociedad exista en estos momentos un debate crítico es estar rayano en la locura. Eso si, aquí no hay oposiciones ocultas, aquí hay cubanos que expresan sus ideas con el riesgo que implica en toda sociedad politizada tener una opinión contraria.
La critica socialista interna no está fragmentada, aquí nadie se auto flagela, y si usted no aprecia una plataforma mínima en las ideas del grupo de Campos y otras expresiones de nuestra intelectualidad le aconsejo de inmediato una visita al optometrista. Está usted completamente ciego.
Nosotros si tenemos los ojos abiertos, recuerde que estamos acostumbrados a la vigilia con un vecino tan poderoso y además tenemos el valor para contemplar con los ojos abiertos y espíritu critico nuestros fiascos, eso si, muy orgullosos de nuestros logros.
En nada nos parecemos a Bebé, la mujer barbuda que le regalo a usted Lichi Diego, además ya nosotros tenemos desde antes a nuestra Bebé y al Señor Don Pomposo.
Afirma usted que hay una historia por hacer sobre los diferentes proyectos de izquierda, pero eso a nosotros no nos encaja, porque al contrario, nosotros tenemos un proyecto de izquierda que data de 1959, el cual debemos perfeccionar y aún más, ese proyecto revolucionario tiene sus antecedentes de las ideas surgidas en el siglo XIX y del cual nuestro Apóstol fue nuestro máximo exponente. Son cuestiones que usted no incluyo en esa batidora política a que me referí al principio.
Luego usted, creo que maliciosamente, habla de que la revolución devoró golosamente a sus hijos. Si va usted a autodenominarse un intelectual serio sabe que no puede hacer alusiones opacando realidades. Cuando hable de la Revolución Cubana tiene que constantemente tener presente la historia de agresiones en las que nuestro país tuvo que vivir, aún en nuestros días, entonces con esa espada de Damocles sobre su cabeza analice las decisiones tomadas, y no le cargue la mano solamente a nuestra dirigencia histórica.
Y si peca usted de intelectual sabe que la historia la hace quien tiene el poder en sus manos, y la historia al final dará o no la razón a tales decisiones, y si hablamos de historia, entonces tiene usted que reconocer que a pesar de las malas políticas, decisiones y equivocaciones, aún la mayoría del pueblo cubano lucha por el socialismo y aplaude a sus líderes y creen en ellos. Esa es una verdad innegable, está recogida en la historia de nuestro país. Y que yo recuerde, y tengo buena memoria, aquí ningún intelectual fue fusilado por decir lo que pensaba.
Un poco más, olvida usted lo interesado que estuvo siempre Washington en cualquier criterio alternativo a las ideas de nuestro partido, olvida usted los millones de dólares que ha dedicado Estados Unidos para cortejar a la intelectualidad de los países socialistas, y que aún dedica contra nuestro país para abortar nuestra Revolución.
Hijo, esto siempre ha sido de mono amarrado contra león hambriento. No lo olvides cuando atacas y calificas a los intelectuales y a los revolucionarios de nuestro país.
En términos de lucha política siempre cada bando cae en el error de creer que tiene la razón y la verdad en sus manos. Nosotros de lo que estamos seguros es que tratamos de construir una nueva verdad.
En su intento fallido de retratar el espectro político cubano hablas de una oposición organizada que hace votos socialdemócratas, pero esa corriente ha quedado políticamente desprestigiada desde comienzos del Siglo XX, y nunca dio a pueblo alguno las conquistas que la Revolución Cubana si consiguió para el suyo.
Para refrescarte la mente busca información sobre los millones de dólares que organizaciones como National Endowment for Democracy ha dado a esos grupos en los últimos años, y dime si tú crees que el pueblo cubano les puede dar entonces a esas agrupaciones un voto de confianza.
Creo que tratas de manipular nuestra realidad. Cómo alguien puede aseverar en pleno siglo XXI que en la sociedad cubana se ha generado un costoso empobrecimiento, solo comparable a la situación post bélica de 1898.
Compadre, apretaste. Así que consideras que la ideología y la conciencia actual de nuestro pueblo son similares a la de la sociedad cubana de 1898. Eso, muchachón, que lo crea quien no es cubano.
Aseveras que debió haberse permitido en Cuba una disidencia que según usted
no se ubicaba en la acera de enfrente, sino en la propia. Eso se puede afirmar cuando no se tienen responsabilidades ante la sociedad, pero cuando existe esa responsabilidad y es archiconocido las sumas millonarias dedicadas por Washington hacia esa disidencia es de tonto afirmar lo que usted insinúa.
Usted, no me queda duda, quiere dar sepultura a una Revolución que aún sigue viva, quizás usted intente asesinarla como ha tratado de hacerlo Estados Unidos en estas cinco décadas. Déjeme decirle que su interés es infructuoso.
Quizás pueda aceptarle nuestros déficits económicos, sociales, culturales y políticos, pero en la perspectiva de que pudieron ser mucho mejores de no haber tenido nuestra sociedad que vivir una vida azarosa, amenazada, y en la que nuestra inserción en el bloque soviético fue una alternativa necesaria. En aquella fecha era el único bloque enfrentado a nuestro enemigo. Los marcianos o venusianos todavía no constituían un poder responsable en el planeta.
Ya en nuestra época, con la desaparición del campo socialista, los comunistas cubanos intentamos otra misión colosal, construir el socialismo verdadero nosotros solitos, para lo que debemos luchar contra el monopolio estatal y sustituirlo por la socialización de los medios de producción: socialismo puro. Intentamos lograr una sociedad más abierta, más democrática, más participativa, desarrollando aún más nuestras conquistas políticas y sociales, porque seguimos creyendo en el futuro luminoso.
En esa batalla confiamos en la dirigencia histórica, tratamos de imbuirlos de nuestras ideas y no podemos considerar un obstáculo a quienes nos han guiado por el sendero de la independencia y la soberanía. Los cubanos seremos muchas cosas, pero nunca malagradecidos.
No se porqué califica usted de fatal el vínculo entre moral y política, porque sin moral y ética hubiera sido imposible sobrevivir en nuestro país.
Y coincido plenamente cuando usted afirma que en Cuba criticar el liderazgo histórico y, en particular, a Fidel Castro- es criticar a la propia comunidad, ubicarse fuera de ella y, eventualmente, contra ella.
Es por ello que no puede concebirse en Cuba el socialismo sin la participación de esa dirigencia histórica, es por ello, que valorando la capacidad la inteligencia y oportunidad de esa vanguardia es que los comunistas cubanos queremos incentivar la construcción del socialismo.
Lo que usted califica de estigma es para nosotros una realidad insoslayable, porque ¿quién tiene el valor y prestigio fidedigno en Cuba para construir una sociedad socialista sin la participación de su liderazgo histórico? ¿Usted? ¿Yo? ¿Los socialdemócratas? ¿Los grupos de derechos humanos?
Usted peca de superficial cuando dice que la única alternativa en Cuba es apoyar al gobierno o a la oficina de interés de los yanquis en Cuba. Ya desde el Siglo XIX la variante del imperio quedó fuera de la elección de cualquier cubano decente. No es ningún suicidio político optar por el socialismo en Cuba, creo que el único que trata de dormir con el enemigo en el lecho de Procusto es usted, y le aconsejo vaya acompañado de Teseo.
Nos acusa usted de nihilistas políticos por patrocinar junto a Pedro Campos una plataforma socialista de nuevo tipo, al respecto le recuerdo que esas ideas existían desde mucho antes del discurso del Comandante en Jefe en la Universidad en el 2005.
Nos acusa usted de no ser una organización formal le respondo que está equivocado, somos una organización formal conocida como Partido Comunista de Cuba, y como herederos de las ideas marxistas batallamos por impregnar a nuestra sociedad de esas ideas novedosas en la aplicación, aunque veteranas en existencia como el mismo Marx.
Discrepamos con usted porque estamos convencidos que nuestras ideas se ajustan a la realidad política y económica de nuestro país y no constituyen ninguna especie de ejercicios malabáricos, y estamos seguros que si solucionarán los problemas más urgentes y trascendentales de nuestra sociedad.
No nos remita a las experiencias yugoeslavas o soviéticas, las conocemos, no somos neófitos en eso de hacer revoluciones, de construir soberanías e independencias. No somos tarados intelectuales, no estamos fuera de nuestra patria y tenemos de primera mano esa raíz de la cubanía, de nuestros problemas y de nuestras aspiraciones.
Ya en los finales se desdobla usted de una forma despampanante cuando afirma que debemos construir nuestra nueva identidad, mostrando un escepticismo sin par al señalar que “no cree que, en términos prácticos, la propuesta socialista pueda abrirse paso en la Cuba de mañana con un futuro luminoso como única oferta, sin abordar de manera explícita algunas comodidades del presente.”
Aconseja usted cuestionar la Revolución como fenómeno histórico en búsqueda de retractación. Dilla, lo aconsejable es reconocer los errores para no repetirlos, en la historia pasar la cuenta es negativo y fútil.
Partimos de la crítica a los errores cometidos por la sociedad en la construcción del socialismo, pero no en esa crítica total del fenómeno histórico que usted solicita. Es inútil negar un hecho que existió en el tiempo y el espacio. Aprender de esos errores y no repetirlos es la actitud del sabio.
No olvides que esa pobreza repartida que quieres someter a enjuiciamiento ya quisieran haberla tenido millones de seres en el mundo subdesarrollado.
Igual discrepo de la idea que el socialismo tendrá que lidiar con el engorroso tema de definir de manera transparente y democrática qué cuotas de soberanía pueden ser cedidas, y cuáles deben ser conservadas para el buen gobierno de la comunidad nacional. La soberanía, Dilla, no es negociable.
Yo si creo, Dilla, que nuestro drama no es el de Bebé la mujer barbuda, sino el de haber sido un país pequeño, amenazado y sin muchas posibilidades de elegir. Nuestro drama pudo estar determinado por las escasas alternativas a mano para mantener la independencia y la soberanía del país a noventa millas del imperio.
Si sacamos cuenta, Dilla, estamos en las mejores condiciones para continuar la construcción del socialismo, porque variando el refrán, más vale dirigentes que cometen errores pero probados en la lucha, que supuestos buenos dirigentes por conocer.